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Existe una diferencia entre negocio y empresa. Aunque estamos acostumbrados a usar ambos términos como sinónimos, lo cierto es que no son lo mismo. Comprender qué los distingue es importante porque cada uno tiene un nivel de formalidad y organización diferente. Si te interesa seguir una maestría en administración de empresas debes tener claro qué los separa.
Un negocio es cualquier actividad que genera beneficios, los cuales pueden ser económicos o de otro tipo. En este sentido, se puede afirmar que una empresa es un tipo de negocio; sin embargo, no todo negocio es necesariamente una empresa. En el segundo caso, existen una serie de formalidades que deben seguirse.
En cuanto a esta, se trata de una entidad jurídica (ya sea personal o colectiva) que se dedica a una actividad económica. Dicha actividad puede o no generar beneficios económicos. Por ejemplo, una organización sin fines de lucro o de carácter social también puede considerarse una empresa. Además, para que se pueda constituir como tal, es necesario que cumpla con una serie de requisitos legales.
Para comprender mejor las diferencias entre negocio y empresa aquí enumeramos las principales:
Uno de los rasgos que distingue ambos conceptos es su constitución legal. Al referirnos a un negocio, este no necesariamente está creado como empresa; por lo que puede operar de manera formal o informal.
Por ejemplo, una persona puede tener un negocio y emitir facturas como independiente. En cambio, una empresa siempre debe estar registrada legalmente en el país y cumplir con los requisitos fiscales y normativos.
Pongamos otro ejemplo: Óscar es veterinario y ofrece servicios particulares a domicilio, entregando a sus clientes recibos por honorarios después de cada consulta. En este caso, Óscar tiene un negocio de atención veterinaria, pero no una empresa.
Sin embargo, ha comenzado a notar que cuenta con una gran cartera de clientes que presentan otras necesidades (atenciones quirúrgicas, alojamiento para mascotas, etc.), por lo que ha decidido invertir en un local, contratar personal que lo asista y ampliar sus servicios.
Esta necesidad de expansión lleva a Óscar a crear su clínica veterinaria “Mi pequeño amigo”. Para que la veterinaria comience a operar, necesita constituirse formalmente como empresa y obtener el permiso municipal correspondiente para el local.
Cualquier persona podría crear un negocio sin necesidad de contar con una estructura formal. Por ejemplo, si cocinas postres y comienzas a venderlos, ya tendrías tu propio negocio de repostería: generas ingresos a través de la venta de un producto. Incluso si dos personas se dedican a cocinar, seguiría sin ser considerado necesariamente una empresa, a menos que se formalice, ya que no habría roles designados, distribución de participaciones ni una organización definida.
Al establecer una empresa, no solo es necesario legalizar su constitución ante las entidades correspondientes, sino también definir su estructura. Esto implica determinar roles y responsabilidades dentro de la organización, como propietarios, directores y empleados, así como el porcentaje de participación de los socios, las jerarquías además de las funciones operativas y administrativas.
Otro rasgo que distingue ambos conceptos es la responsabilidad sobre los gastos y las deudas. En un negocio, al no estar formalizado, no existe una clara separación entre las finanzas personales del creador y las del proyecto, por lo que el propietario debe asumir personalmente los costos y obligaciones que se generen.
En cambio, en una empresa, los socios o accionistas están exentos de esta responsabilidad directa. Esto se debe a que, al estar formalizada como una entidad jurídica independiente, es ésta la que asume los compromisos financieros, protegiendo así el patrimonio personal de los involucrados.
Esta cualidad distintiva es mucho más clara: los negocios tienen como principal propósito generar ganancias. En cambio, las empresas no siempre persiguen únicamente este fin. Aunque la mayoría se orienta a obtener beneficios económicos, también hay organizaciones que tienen objetivos sociales o medioambientales, priorizando el impacto positivo en la comunidad sobre la rentabilidad.
En el caso de los negocios, la escala de operaciones es diversa. Podemos encontrar ejemplos muy pequeños, como la venta de postres hechos en casa, que tienen un alcance limitado y no requieren una gran inversión. En cambio, cuando hablamos de empresas, las operaciones son más complejas y su alcance es más amplio, lo que implica también una inversión mayor.
Si seguimos el hilo anterior, podemos afirmar que el capital necesario para una empresa es mayor que el de un negocio. Esto se debe a que existen montos mínimos requeridos para su formalización, según el tipo de entidad que se esté creando.
En el caso de los negocios, la sostenibilidad no siempre se considera fundamental. Dado que el propósito principal es generar ingresos de inmediato, la visión a largo plazo puede no estar presente. En contraste, en una empresa, la sostenibilidad es parte de su configuración, ya que, además de obtener beneficios económicos, busca asegurar su mantenimiento y crecimiento en el mercado a lo largo del tiempo.
Finalmente, se diferencian en que los negocios pueden ser informales o formales. En el caso de las entidades formales, los requisitos de constitución suelen ser pocos y menos complejos. Por otra parte, las empresas enfrentan regulaciones más estrictas, tanto en términos legales como fiscales.
Aunque cualquier persona puede iniciar un negocio, pocas logran establecer organizaciones exitosas. La formación es un aspecto clave para alcanzar este objetivo. Estudiar un MBA puede ser de gran ayuda, ya que permite adquirir los conocimientos y habilidades necesarias para emprender y convertir un proyecto en una entidad consolidada con oportunidades de crecimiento y expansión.
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